La “Teoria Polivagal” del Dr. Porges                                                
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La “Teoria Polivagal” del Dr. Porges                                                

Se trata de un grupo de hipótesis sobre la evolución del sistema nervioso humano y los orígenes de las estructuras cerebrales que  señala algunos importantes componentes neurobiológicos de muchos trastornos  de diverso grado de  la conducta social y emocional. Basados en esta teoría, Porges y sus colegas, han desarrollado técnicas de tratamiento que pueden ayudar a la gente a comunicarse y relacionarse mejor con los demás.

La llaman «polivagal» por el nervio “vago” el componente primario del sistema nervioso autónomo, que no controlamos conscientemente, que regula automáticamente, p.ej.la digestión de los alimentos. El vago sale del tronco encefálico y tiene ramas que inervan y regulan estructuras de la cabeza y de diversos órganos, incluyendo el corazón. La teoría dice que dos ramas diferentes del nervio vago están relacionadas con  la forma en que reaccionamos a una situación que percibimos como segura o insegura.

El sistema autónomo está dividido en dos ramas, simpático y parasimpático. El simpático, vinculado con la respuesta de «lucha o huida», el parasimpático con el funcionar  normal, cuando uno está tranquilo y sereno.

Neurosicoeducación

En este  modelo de integración y equilibrio evolucionado,  la mayoría de los órganos, (corazón,  pulmones, intestino, etc.) reciben inervación simpática y parasimpática.

La mayor parte de la inervación parasimpática proviene del nervio vago, que sale del cerebro e inerva el tracto gastrointestinal, el tracto respiratorio, corazón y las vísceras abdominales. Es como un tubo o conducto que se ramifica. Varias fibras del nervio vienen de distintas áreas del tronco encefálico. Las vías que pasan del nervio vago al intestino inferior vienen de un área cerebral, los nervios que van al corazón y los pulmones de otra.

La teoría tiene dos aspectos importantes. Primero: la relación entre los nervios de la cara y los nervios que regulan el corazón y los pulmones. Segundo, el proceso filogenético que va desde  un nervio vago primitivo, no mielinizado, relacionado con la conservación de los recursos metabólicos, a un sistema simpático-adrenalino que desarrolla estrategias de movilización, y a un vago mielinizado relacionado con la modulación de  estados de calma corporales y  conductas de compromiso social.

Estudiando cómo se desarrolló  durante millones de años de evolución biológica del sistema nervioso autónomo de los vertebrados, desde  antiguos peces sin mandíbulas hasta los peces óseos, de los mamíferos hasta los seres humanos, vemos crecer la complejidad  de la corteza cerebral, y un cambio en el funcionamiento del sistema nervioso autónomo.

La teoría Polivagal muestra que, desde que los reptiles evolucionaron hasta surgir mamíferos, la regulación neural de corazón y  pulmones cambió. Han llegado a regularse por un área del cerebro que además controla los músculos faciales.

La expresividad emocional, ingestión de comida, interacciones sociales, y diversas acciones expresivas están ligadas con cómo se regulan nuestro cuerpos. Una estructura jerarquizada prioriza que los nuevos «circuitos» inhiban a los más viejos. Utilizamos el más nuevo para promover estados de calma, autosedación y compromiso. Si esto no funciona, se utiliza el sistema simpático-adrenalino para movilizar las conductas de lucha y huida. Y cuando eso tampoco funciona, se utiliza el sistema vagal más antiguo, la congelación o el sistema de apagado. La lucha y la huida están programadas en diferentes áreas en el cerebro. Aunque generan las mismas respuestas autonómas, como el aumento del ritmo cardíaco, etc., son programas diferentes de movimiento, centradas en diferentes áreas del cerebro.  La respuesta de congelación es totalmente distinta, ahí donde la lucha y la huida suponen la movilización, la congelación es una inmovilización extrema muy peligrosa.

 Los humanos, como  mamíferos, tenemos en el nervio vago, nervio principal del sistema nervioso parasimpático, dos grandes ramas: una de ellas mielinizada. Esta rama, está vinculada con los nervios craneales que controlan la expresión facial y la vocalización. Facilita la comunicación y la señalización, la expresión oral y la percepción  y emisión de sonidos del medio ambiente y hacia él.

Al escuchar tensamos los músculos del oído medio, regulados por el nervio facial, que también regula el levantamiento de los párpados. Si estamos interesados en lo que alguien está diciendo, levantamos los párpados  tensando al mismo tiempo los músculos del oído medio. Eso ayuda a escuchar su voz, aún en entornos ruidosos. Como la mayoría de los mamíferos, venimos al mundo con una gran dependencia de nuestros cuidadores, y eso nos vincula a los demás el resto de nuestras vidas Los varios tipos de acciones de regulación neural del rostro aportan señales “conmovedoras” ,son  parte del repertorio de los mamíferos para el estado regulatorio, y conseguir el mejor equilibrio posible.

Nuestro “sistema de participación social” influye en la calidad de esas acciones: ¿Qué mostramos con nuestra expresión facial, vocalización, movimientos de cabeza y manos? ¿Nos miran a otro lado mientras hablamos, nos hablan  con voz monótona, ojos cerrados, hacemos eso nosotros al otro? ¿Qué respuestas neuroviscerales se  activan en cada caso?

Si siento que el otro está desconectado, no me atiende, puedo desconectarme o  rechazarlo.  Gestos faciales o verbales que para algunas personas son puras respuestas fisiológicas, se interpretan con una mezcla de motivaciones y como rechazo.  El compromiso social es un componente muy importante de nuestras interacciones y  nuestro estado psicofísico.

La regulación neural de los músculos faciales proporciona una manera de reducir la distancia psicológica antes de hacer frente al riesgo de moverse físicamente más cerca de otros. El sistema de sentimiento mutuo social de seguridad, permite a las personas tocarse. Hay una interacción total entre la cara, las vocalizaciones y otras señales corporales, para ver si nos sentimos seguros con los demás. Entonces podemos acercarnos tocarnos.

Los comportamientos sociales más primarios preceden, inician y desarrollan  los lazos sociales. Las conductas de compromiso social dan una opción para testear las interacciones en un «espacio psicológico» con muy bajo riesgo, antes de la prueba «física» de proximidad. La expresividad emocional, ingestión de comida, interacciones sociales, música y otras acciones expresivas han  sido siempre ligadas con cómo se regulan nuestros cuerpos.

 Nuestras respuestas fisiológicas organizan jerárquicamente la forma en que reaccionamos al desafío, y esta jerarquía de reacciones sigue la secuencia de evolución de los sistemas. Además, la conexión entre los nervios que regulan la cara y los que regulan el corazón y los pulmones nos permite usar los músculos faciales para tranquilizarnos. Cuando uno está estresado o ansioso, usamos nuestros músculos faciales, incluyendo los de los oídos.

¿Cuáles son las características del apoyo social y por qué funciona? En general, opera a través de los mecanismos de que estamos hablando, se activa el sistema “compromiso social”, relacionado con el nervio vago mielinizado que calma y apaga nuestra respuesta al estrés. Es auto-sedante y tranquilizante, y nos hace mucho más eficientes metabólicamente. Los sistemas vinculares son complejos. La manera en que los nervios que regulan el corazón y los pulmones están relacionados con los nervios que regulan la musculatura estriada de la cara y la cabeza, y  con la regulación cortical de las áreas del tronco encefálico, que hacen posible esta regulación, y nos permite  las estrategias defensivas.

¿Cómo distinguir entre amigos o enemigos? Hay un área del cerebro que recoge los movimientos biológicos y las intenciones. Esta zona detecta  caras conocidas, voces y movimientos familiares. Los gestos con las manos, expresiones faciales y vocales que parecen «seguras» inhibirán el tronco encefálico y las áreas límbicas que incluyen las respuestas de lucha, huida y paralización.

El sistema límbico se «aferra» al sistema nervioso simpático (igual que el llamado eje hipotálamo-pituitario-adrenalino), para activar los sistemas de defensa, que incluyen el sistema de movilización de lucha o huida y el sistema de inmovilización.

Al hacer  ejercicios de respiración, como los pranayama (del Yoga) y otros métodos de estimulación similares, incluyendo interacciones sociales, y que pueden resultar muy beneficiosos para nuestra salud y estado mental, están «ejercitando» tanto los nervios sensoriales como los nervios motores que regulan los músculos faciales, de modo que controlamos la respiración y maniobramos el  nervio motor de la cavidad oral. Es una forma muy eficiente de trabajar sobre el sistema.. El sistema de compromiso social incluye los nervios que regulan la cara y el nervio vago mielinizado que regula el corazón y los bronquios. El poder del sistema de participación social es impresionante, por sus efectos sobre el comportamiento y el estado mental y  por la velocidad con la que trabaja.

APLICACIONES  TERAPÉUTICAS

Para la terapia, un niño con la cara plana, sin expresión facial, sin tono muscular, de párpados caídos y mirada esquiva probablemente también tenga hipersensibilidad auditiva y dificultad para regular su estado corporal. Son características comunes de varios trastornos psiquiátricos, los llamados  trastornos por ansiedad, personalidad límite, trastorno bipolar, autismo o hiperactividad. Algo pasa en su sistema neuronal que regula tanto el estado del cuerpo como los músculos de la cara. Personas con estos trastornos a menudo parecen carentes de afecto en sus caras y están nerviosos, tensos, en la medida en que  su sistema nervioso no les aporta información  que los tranquilice.

Si entendemos mejor los mecanismos que condicionan estos comportamientos, podremos tratarlos mejor. Ya no vale decir «quédate quieto», castigar a una persona porque no puede quedarse quieto. Ni decir: «¿Por qué no te ríes?» o «Trata de escuchar mejor» o «Mírame a los ojos», cuando estas conductas están ausentes. A menudo  programas de tratamiento intentan enseñar a tener contacto visual. Pero enseñar a alguien a tener contacto visual es, con frecuencia, casi imposible cuando dicha persona tiene un trastorno, como el autismo o el trastorno bipolar, dado que el sistema de control espontáneo de los nervios de sus ojos, se apaga. El más reciente sistema de comunicación-participación social sólo puede expresarse cuando el sistema nervioso detecta un medio ambiente más seguro.

Ambientes que para muchos pueden parecer seguros, para otros pueden no parecerlo, y la respuesta fisiológica de moverse y defenderse puede estar inhibida.

En realidad, es un mecanismo inconsciente o subconsciente del sistema motivacional neurobiológico Una adaptación a una situación que su sistema nervioso ha evaluado como peligroso. La persona no lo hace a propósito ¿Cómo sacarla de sentirse amenazada?

La Teoría Polivagal, para conseguir más calma en la gente, propone que hablemos con ellos en voz baja, modulemos la voz y los tonos para activar su escucha y asegurémonos de que la persona se encuentre en un ambiente tranquilo donde no haya ruidos fuertes de fondo.

El ruido de fondo puede en estos casos inhibir la respuesta comunicativa incluso evitándole oír lo que el otro dice.

Se ha llevado a estas personas en estos estados, para unos tests  de audición, y las pruebas son perfectas en una sala insonorizada. Y es que los mecanismos neurales para oír que atenúan los sonidos de fondo de baja frecuencia, permitiendo escuchar las voces humanas con más claridad, (aún en entornos con mucho ruido de fondo) no están disponibles para personas con ciertos trastornos. Por ejemplo, un niño con autismo tiene dificultades para diferenciar las voces con ruido de fondo, las voces humanas aumentan o disminuyen en función del sonido de fondo. La voz comienza a «desaparecer». Por eso las personas con autismo o diversos trastornos psiquiátricos en general, suelen evitar  y rechazar los sitios ruidosos, bulliciosos. La voz humana con ruido de fondo  les trastorna.

Como dijimos, estrategias tradicionales: razonar con ella, decirle que no está en una situación peligrosa, negociar con ella, refuerzos o castigos si no responde como se indica, tratar de lograr una conducta “bajo control racional”  no funciona y  es contraproducente.

En gran parte podemos tratar estados de ansiedad o inhibiciones menores de la misma manera que podríamos tratar a alguien con un trastorno más grave. Cuando estamos estresados, estamos inmersos en un accionar de alta tensión. Esto produce un retroceso grande en el sistema de participación social, nos sitúa en un estado de  desconexión y analgesia para no sentir  estrés, en vez de estimular un sentido de seguridad y protección

La Teoría Polivagal sugiere estrategias para crear sensación de seguridad: retirada a un entorno tranquilo, cantar, hablar en voz baja, o escuchar música, etc. Actuar bajo estrés, aleja de las relaciones positivas interpersonales, en vez de apoyarnos en ellas. Es natural que los seres humanos utilicen a otras personas para ayudarse a regular sus  estados mentales y emocionales.

En las aplicaciones clínicas, cuando vemos a la gente con aspecto plano, con igual tono muscular, párpados caídos, personas que hablan sin entonación de voz o tienen dificultad para oír lo que dice la gente, atrapados en un estado de nerviosismo, no relajados, entendamos que esos estados fisiológicos pueden tener funciones adaptativas relacionadas con la protección. Aunque estas funciones adaptativas no encajen bien con el contexto en que la persona está viviendo. A la mayoría de estas personas les gustaría sentirse de otro modo. No pueden desconectarse de esa reacción no consciente. Entendiendo que estos sentimientos son hechos fisiológicos, provocados por determinados circuitos neuronales, necesitamos averiguar cómo ayudar a que sus circuitos neuronales recuperen un comportamiento social. Es importante descubrir cómo ayudar con  una variedad de técnicas: entonación,  reducción del ruido, música suave, mostrar  rostros familiares, etc.

Cuando estamos estresados o ansiosos y buscamos distraernos, novedades, comprendamos que el sistema nervioso está, buscando lo predecible y la familiaridad, más seguridad.

Consideremos tres tipos distintos de poblaciones clínicas.1) bebés quisquillosos o con cólicos, que lloran en exceso.2) niños con supuesto trastorno por déficit de atención. 3) los sujetos cercanos al espectro del autismo. ¿Cómo se sienten los padres de estos tres tipos de niños? ¿Sienten que sus hijos los aman? ¿Es fácil para ellos amar a sus hijos? ¿Se sienten defraudados y disgustados por sus hijos? Con el bebé que llora, los padres sienten a menudo que sus proposiciones de amor y cuidado están siendo despreciadas. Con el niño “hiperactivo”, sienten que sus intentos de captar su atención se ven rechazados. Se sienten de la misma manera con los niños autistas. Ellos están respondiendo a una característica común expresada en estos tres tipos de niños, y su sistema nervioso interpreta las actitudes del  hijo como que el niño no está motivado hacia ellos, los rechaza, sienten impotencia.

Bebé asustado

Enseñemos a los padres a entender que las conductas del niño no están motivadas ni dirigidas a ellos. Podemos enseñar a los padres que necesitan ayuda para aliviar y calmar a sus hijos. Generalmente en estas tres condiciones, los padres se sienten muy contrariados, y estos sentimientos aumentan la intensidad y  tensión de sus interacciones con el niño, lo que empeora aún más su comportamiento. La ansiedad de sus padres impacta al niño, produciéndole a menudo ira. Los padres pueden sentirse justificados pensando que el niño no les ama, no los atiende ni comprende.

El autismo debe ser enfocado a un nivel muy diferente.

El Dr. Porges y otros manifiestan haber desarrollado un programa de intervención que estimula la escucha activa para los sonidos modulados, intentando activar los mecanismos neurales del niño autista para que pueda crear mejores señales de contacto visual y facial. Estudiaron la forma en que ellos escuchan la información acústica y ese sistema funcionó muy bien, y rápidamente, en unas pocas horas. De un 60 a un 80 por ciento de los niños tratados mostraron cambios en la mirada contemplativa, en la actividad cardíaca, en su estado visceral y en la capacidad de procesar el lenguaje. El cambio de la mirada y  la expresividad facial de un niño autista cambia  a su vez, la interacción con los padres.

Muchos padres ni siquiera saben lo que está pasando, porque es un proceso natural.

Una vez que el niño  comienza a participar, se olvidan que el niño ha tenido problemas en esos niveles. Nuestro sistema nervioso espera esa expresividad facial y el diálogo seguro.  Si esa expectativa no se cumple, nos sentimos mal. Si reaparece logramos comunicarnos.

En los seres humanos esto puede ser parte de un síndrome de trastorno por estrés postraumático (TEPT). El TEPT puede elevar los umbrales de dolor, ya que parece ser una preparación para la muerte. Muchos mamíferos tienen este mecanismo. En cierto sentido, no es una mala estrategia, si vas a morir, aumentas tu umbral de dolor y dices adiós.

Hay otro tipo de inmovilización, sin miedo, que es positiva y agradable. Hay un vínculo importante entre la inmovilización sin miedo y conseguir un  ambiente seguro.

Así ocurre con los que tienen la capacidad de acceder conscientemente a nuestro más recientes recursos del sistema neurológico, en lugar de volver automáticamente a nuestros sistemas reactivos más primitivos. Algunos de estos comportamientos, por ej: el cierre del compromiso social que facilita los comportamientos defensivos, pueden no ser opciones voluntarias. Sin embargo, a menudo cuando esto ocurre, es como si el sistema nervioso se nos hubiera puesto en contra. Para hacer frente a esto, debemos reconocer que nuestro sistema nervioso está fallando e intentar aprender a compensarlo con conductas voluntarias. Si estoy excitado y activado, cuando mi sistema nervioso detecta que estoy en peligro, puedo usar el comportamiento voluntario y actuar y moverme a lo que percibo como un medio ambiente seguro. En primer lugar, escucha a tu cuerpo. Tu cuerpo te está diciendo que está en un estado poco saludable. Que no está bien adaptado para los períodos prolongados de estrés y ansiedad. Y aunque no se pueda controlar todo del entorno, algunas cosas sí se pueden controlar. También tenemos que reconocer y respetar las diferencias individuales. Aunque podamos disfrutar de una fiesta ruidosa, no significa que nuestro sistema nervioso puede manejarlo. Si entendemos este hecho, podemos organizar nuestras vidas para que nuestro entorno sea más armonioso y pacífico, y para que nuestros circuitos neuronales no se disparen.

Si tenemos la sensación de sentirnos atrapados y no poder dejarlo, como estar en situación donde hay demasiado ruido, demasiado calor, conversación que molesta o irrita, hay que aprender a navegar por las situaciones y encontrar la manera de sentirnos seguros.

En este caso, podemos hacer algo; nuestro estado visceral ha cambiado a causa de algo que no parece cognitivamente muy importante, pero el cuerpo ha reaccionado desestabilizando nuestra capacidad social. No podemos minimizar eso porque nos parezca insignificante.

La solución está en respetar las respuestas del cuerpo. Cuando esta sensación de estar atrapado aparece, tenemos que sintonizar con él y decir: «¿Cómo puedo modular esto?»

Los niños, igual que los niños autistas que se sienten atrapados todo el tiempo, dada su fisiología dicen, «¡Vete de aquí!». Y se ven forzados a sentarse, a crear contacto visual, a hacer cosas que son aterradoras para ellos. Para tratarlos, lo primero que tenemos que respetar es lo que sus cuerpos están diciendo.

Nuestro sistema nervioso evalúa el riesgo y la seguridad del medio ambiente. Lo hace de forma automática todo el tiempo. Es como un sistema de radar, constantemente detectando si estamos a salvo o no. Por ejemplo, alguien puede sentir que no le gusta la energía de una sala. Investigar lo que eso significa. Puede que la gente no esté haciendo contacto visual, que no se sienta atractiva o puede haber gran cantidad de ruido de fondo. Hay muchas características que podemos descifrar.

En un orden secuencial, si sentimos que el ambiente no es seguro, entonces la interacción social podría hacer que nos sintamos seguros o hacernos sentir amenazados. La persona participante es la que realmente, provoca el sistema.

Cuando estás en ese estado fisiológico, en que los rostros neutrales parecen estar enojados, tiendes a malinterpretar todo a un nivel conservador relacionado con la supervivencia. En ese estado conservador, tu sistema nervioso evalúa todo lo que puede ser neutral como peligroso. Pero una vez que se participa con el otro, las caras  vuelven a ser neutrales y en la medida que participa más con la gente pueden volverse amables. Disponemos de sistemas evolucionados para maximizar la supervivencia. Considerando la conducta con un modelo motivacional en el que éxito y supervivencia social depende de crear conexiones, el modelo implica mucho a las estructuras cerebrales superiores que pueden modular las más «primitivas» estrategias de defensa. Es importante recordar que podemos usar nuestros procesos cognitivos superiores para ayudar a mantener conexiones importantes y positivas con las personas, incluso durante las situaciones estresantes. Cuando estamos en un estado ansioso y movilizado y queremos comunicarnos o relacionarnos a un nivel personal más calmado, debemos poner el freno a nuestro sistema simpático-adrenalino y activar el circuito neural que promueve  comportamientos sociales. Podemos hacer esto usando los músculos faciales, tomando contacto visual, modulando la voz y escuchando a los demás. El proceso de usar los músculos de la cara y la cabeza para modular nuestro compromiso social activará un cambio en nuestro estado fisiológico, al aumentar la influencia vagal sobre el corazón y podrá mitigar el sistema simpático-adrenalino. Estaremos más en contacto con la realidad, más alertas y comprometidos y  mejorará nuestra salud.

 
Fuente: Entrevista a Stephen Porges, por Ravi Dikema.
Estela Freytes Alonso Terapeuta Craneosacral Biodinámica Neurosicoeducadora
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